quarta-feira, 28 de maio de 2008

619 AKSHOBYA

Vimos, al considerar el vajra, que Akshobya abarca ambos mundos, samsara y nirvana, los cuales, después de todo, son el mismo mundo visto con diferentes grados de claridad. Por tanto él está asociado con la alaya vijnana relativa en estados puros e impuros. Antes de lograr la iluminación uno se aferra a "objetos externos", reaccionando a veces positivamente, y a veces negativamente. Todo el tiempo, por tanto, ponemos semillas frescas dentro de la alaya vijnana relativa. Creamos karma nuevo para hacer que la rueda del nacimiento y la muerte gire hacia el futuro. Hasta lograr la Iluminación la alaya relativa es el nivel mas profundo de la mente, del cual podemos llegar a ser directamente conscientes (incluso eso requiere una gran concentración en meditación). Sin embargo, cuando penetramos en la Realidad misma, contactamos la alaya absoluta, “la conciencia inmaculada”, más allá del espacio y del tiempo. Más allá de condiciones, la cual no conoce el sufrimiento. El contacto con la Realidad tiene un efecto muy profundo en la mente, y precipita una total reorganización dentro de ella. Hasta ahora, sutil o fuertemente hemos estado bajo la influencia de la conciencia de nuestros sentidos, atrapados en la lucha por sobrevivir en el mundo. Ahora todo cambia, y ocurre lo que en el Yogachara es llamado el paravitti - el “giro en el asiento más profundo de la conciencia”. De ahora en adelante nuestro centro psíquico de gravedad es la alaya absoluta. El contacto con la alaya absoluta nos cura de la ilusión de que vivimos en un mundo de dualidad, apartados del mundo externo. Con el paravitti percibimos que todo es producto de la “mente única”. (Esto es de acuerdo al punto de vista de la escuela Yogachara, la cual también fue conocida como Chittamata o “sólo mente”). El darnos cuenta de que la dualidad es un sueño afecta la alaya vijnana relativa. Cambia de ser una vi-jnana (operando desde la ilusión de sujeto-objeto) y se convierte sólo en jnana –una sabiduría no-dual. Específicamente se transforma en la “Sabiduría Como Un Espejo” de Akshobya. Una persona iluminada continúa actuando pero él o ella ya no crea karma. El karma surge de la acción de un sujeto sobre un objeto. Viéndolo crudamente, tú empujas al universo y tarde o temprano el universo te empuja de regreso, pero cuando conceptos como “tú” y “el mundo” han desaparecido, sólo queda una perfecta danza, sin entidades separadas rozándose una con la otra, no hay fricción. Ninguno de los reflejos en el espejo se adhiere a él, ninguno es repelido por él. El espejo nunca reactúa, no reacciona, siempre se queda imperturbable, inmutable. Alcanzar este nivel de práctica en el cuál no se produce Karma nuevo, serenamente permitiendo al drama de la vida y la muerte jugar su papel por última vez, has entrado a la tierra pura de Akshobya.

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